martes, 28 de abril de 2009

Los jesuitas trataron de encauzarlo por el buen camino, pero él descubrió muy pronto que era comunista


Ha muerto Javier Ortiz, un amigo al que nunca conocí personalmente, pero que sabía expresar con finura lo que yo pensaba incluso antes de que pasara por mi cabeza.
Existe la inmortalidad, consiste en dejar sobre los vivos la marca de tu nobleza. Javier Ortíz, fue un hombre sin precio, por tanto un hombre que ya estaba de sobra en este mundo, yo he admirado a mucha gente, pero como decía un viejo amigo, cuando cumples los cincuenta ya estás en riesgo severo de ver a tus admirados arrastrados por el fango, no he tenido tiempo para ver de este modo a Javier Ortíz, aspiro a que nadie lo tenga para verme a mí callar ante los molinos de viento, siempre por supuesto, salvando las diferencias entre el oro y lo dorado, agur Javier.
Hilario

El dedo en la llaga
Sueño con Jamaica
Javier Ortiz ha fallecido esta madrugada.
Estaremos hoy martes 28 en el Tanatorio Norte de Madrid (C/ Valdegovia, 8-10. 28034 Madrid) hasta su incineración, el miércoles 29 por la mañana en el Cementerio de la Almudena.

Dejó escrito su propio obituario (24 de enero de 2007).

OBITUARIO
Javier Ortiz, columnista
Falleció ayer de parada cardio-respiratoria el escritor y periodista Javier Ortiz. Es algo que él mismo, autor de estas líneas, sabía muy bien que sucedería, y que por eso pudo pronosticar, porque no hay nada más inevitable que morir de parada cardio-respiratoria. Si sigues respirando y el corazón te late, no te dan por muerto.
Así que en ésas estamos (bueno, él ya no).
Javier Ortiz fue el sexto hijo de una maestra de Irún, María Estévez Sáez, y de un gestor administrativo madrileño, José María Ortiz Crouselles. Sus abuelos fueron, respectivamente, un señor de Granada con aspecto de policía –lo que tal vez se justifique considerando el hecho de que era policía–, una señora muy agradable y culta con allure y apellido del Rosellón, un honrado y discreto carabinero orensano con habilidades de pendolista y una viuda de Haro casada en segundas nupcias con el recién mencionado, Javier Estévez Cartelle, del que se derivó el nombre de pila de nuestro recién difunto. Si algún interés tienen todos estos antecedentes, cosa que dista de estar clara, es el de demostrar que, en contra de lo que suele pretenderse, el cruce de razas no mejora el producto. (Obsérvese qué gran variedad de procedencias se puso en juego para acabar fabricando a un vasco calvo y bajito.)
La infancia de Javier Ortiz transcurrió en San Sebastián, ciudad que le venía muy a mano, porque nació allí. Se dedicó básicamente a mirar lo que había por sus cercanías, en particular el pecho de las señoras –ahora que ya está muerto podemos descubrir ese inocente secreto suyo–, y a estudiar cosas tan peregrinas como las ciudades costeras del Perú, de las que no logró olvidarse hasta su postrer respiro. Los jesuitas trataron de encauzarlo por el buen camino, pero él descubrió muy pronto que era comunista. Eso malogró del todo su carrera religiosa, ya de por sí poco prometedora, sobre todo desde que notó con desagrado el interés que algunos sacerdotes ponían en sus partes pudendas.
Su primer trabajo como escribidor, aparecido en una página del periódico del colegio, fue, curiosamente, una necrológica, con lo que cabría decir que su carrera como periodista ha resultado capicúa, singular circunstancia de la que muy pocos podrían presumir, aún en el improbable caso de que lo pretendieran.
A los 15 años, hastiado de las injusticias humanas –algunas de las cuales seguían teniendo como referencia obsesiva los pechos femeninos–, decidió hacerse marxista-leninista. Los años siguientes tuvo que emplearlos en averiguar qué era eso que acababa de hacerse, a lo que contribuyeron decisivamente algunos esforzados miembros de la Policía política franquista.
A partir de lo cual, se dedicó con gran entusiasmo a cultivar el noble género del panfleto. Sin parar. A diario. Año tras año. Fue cambiando de punto de residencia, no siempre por voluntad propia –ahí merecen especial mención sus estancias carcelarias y su exilio, primero en Burdeos, luego en París–, pero jamás varió su inquebrantable afán de agitador político, que él pretendía haber adquirido, por absurdo que parezca –y sea, de hecho–, en la lectura de Los documentos póstumos del Club Pickwick, de don Carlos Dickens, y de las Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Padarox, de don Pío Baroja.
Burdeos, París, Barcelona, Madrid, Bilbao, Aigües, Santander... Recorrió incontables sitios y holló innúmeros parajes sin parar de escribir, erre que erre. Zutik!, Servir al Pueblo, Saida, Liberación –y Mar, y Mediterranean Magazine– y El Mundo, y una docena de libros, y varias radios, y algunas televisiones... Por escribir, incluso escribió para otros y otras, ejerciendo de negro en momentos de particular penuria. También lo hizo a veces por amistad.
Movido por la lectura del Selecciones de Reader’s Digest y otras publicaciones estadounidenses tan aficionadas a ese género de operaciones, un día decidió calcular cuántos kilómetros cubrirían sus escritos, en el caso de colocarlos todos en una sola larguísima línea de cuerpo 12. El resultado de la estimación fue concluyente: ocuparían la tira.
En materia de amores (de la que sería injusto decir que careciera de alguna experiencia), también fue capicúa. Decía que las mejores mujeres, las más cariñosas y las más nobles con las que compartió sus días (sin desdeñar dogmáticamente a ninguna otra), le resultaron la primera y la última. Aunque la favorita le apareciera por medio: su hija Ane.
Y todo para acabar con algo tan vulgar como la muerte. Por parada cardio-respiratoria, como queda dicho. En fin, otro puesto de trabajo disponible. Algo es algo.
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Javier Ortiz, escritor y columnista, nació en Donostia-San Sebastián el 24 de enero de 1948 y murió ayer en Aigües (Alicante), tras dejar escrito el presente obituario.
http://www.javierortiz.net/jor/apuntes/obituario

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Y, entre otras muchas, esta declaración de principios:

Sueño con Jamaica
Sueño con Jamaica. Estoy sentado detrás de una mesa negra, rodeado de papeles, delante de una pared de la que cuelgan fotografías de desolación y soledad, entre proyectos de artículos y pilas de opinión que me reclaman. Y estoy volando hacia Jamaica.
La pantalla de fósforo verde me mira adusta. Me está pidiendo impaciente su ración cotidiana de formatos y de claves. Pero hoy –¿qué me pasa?– sólo veo en ella reflejos de espuma blanca sobre un mar de azul intenso. Un mar bajo el sol: bajo ese fiero sol de pasión que ilumina eternamente el puerto de Kingston, en Jamaica.
Sueño con Jamaica. Jamaica es una isla (no sé por qué os lo cuento, si ya lo sabéis); Jamaica es una isla primitiva, anárquica y bellísima, con casas de hojalata que desembocan en largas playas de arena fina y blanca. En Jamaica todo está por hacer, y uno puede vivir con la esperanza en la punta de los dedos, pensando que todo es aún posible y que el futuro existe. Y las gentes son sencillas, y sus sentimientos, espontáneos y directos, y hasta los asesinos son capaces de explicar lo que hacen sin recurrir a teorías sociológicas o sesudos estudios de mercado: matan –ya veis, qué cosas–, y matan porque odian y porque aman, y esos es todo, y nadie le da más vueltas.
En Jamaica, el tiempo no cuenta apenas nada. La gente es tranquila e impuntual, y muy pocos son los que admiten que les impongan una cita: ellos quedan y, al final, aparecen, pero no miran el reloj ni se preocupan por horarios.
Sueño con Jamaica, y en la Jamaica en la que yo sueño nadie se levanta la voz, y el ruido es sólo algarabía callejera, y los policías no dan miedo, aunque asusten un poco con los ruidosos piropos que lanzan a las muchachas que circulan en bicicleta y a las que el aire levanta sus faldas de mil colores.
Tal vez esa Jamaica en la que estoy soñando no exista. Tal vez esto que os estoy contando sea sólo el fruto de películas y carteles de turismo asomados a los escaparates de las agencias de viaje.
Nunca he estado en Jamaica, y es probable que nunca la vea. Me da igual. Mejor que sea así.
Mi Jamaica, esta Jamaica en la que hoy sueño, me vale porque es quimera, porque ocupa el espacio del no-aquí, porque me ayuda a imaginar que podríamos ser otros.
Y sueño, y me voy a Jamaica para mejor sentir mi distancia ante lo que veo: calles grises, gente triste. Y sueño con Jamaica para reclamar de mi más alegría, para pensar que todos podemos romper con todo, que somos capaces de no acudir puntuales a las citas, de reírnos de los estudios sociológicos que explican la muerte, de creer que el porvenir que nos espera no está condenado a ser de por vida un tiempo para el llanto.
Jamaica o muerte. Venceremos.
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(Publicado en El Mundo el 14 de abril de 1995)
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Tres tristes tercios
Desde hace meses, no pocos politólogos (de alguna manera habrá que llamarnos) venimos insistiendo en que las próximas elecciones europeas no van a decidir quién es capaz de gobernar mejor Europa, sino quién podría hacerlo de una manera que fuera menos mala para cada votante que la de sus adversarios. Es como si cada cual sólo pensara en el modo en el que las cosas vayan a ir de la forma menos desastrosa posible: no de ninguna que pudiera ser calificada de aceptablemente buena. Son los dos tercios que piensan: “Cualquier cosa menos el PP”, o bien: “Cualquier cosa menos el PSOE”. El último tercio lo forman quienes no se dan por concernidos. Dentro de éstos, unos se sienten superiores, otros inferiores y otros indiferentes.
En realidad van a ser las elecciones europeas más pueblerinas.
No hay una verdadera visión continental de lo que las elecciones teóricamente pretenden. Hay, como puede verse, tres tercios, pero ninguno está a la altura de las circunstancias.
Oigo y leo a Rajoy, Montoro y demás aspirantes a regresar a la Moncloa que, si los socialistas siguen decidiendo sobre la política económica europea, España se va a morir de inanición. Los de enfrente responden tres cuartos de lo mismo aportando la misma cantidad y el mismo peso en argumentación a la hora de apoyar sus palabras: ninguno.
Apuesto triple contra sencillo a que Mayor Oreja seguirá con sus monografías sobre ETA, a que Jáuregui entrará al trapo y a que a los demás no nos quedará sino aguantarlos a todos. A todos, salvo a nosotros mismos que, por supuesto, seguiremos teniendo razón.
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(Publicado en Público el 28 de abril de 2009)
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Espéranos en Jamaica.

Remitente: ortiz.2009/04/28 06:00:00 GMT+2
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Comentarios
Hasta la vista, jefe. Te lloraré siempre.
Remitente: Javier Vizcaíno.2009/04/28 15:02:02.883 GMT+2
www.seleccionesmqp.com
hasta cuando toque...
Remitente: josep.2009/04/28 15:06:51.862 GMT+2
Remitente: daniel.2009/04/28 15:09:03.604 GMT+2
Que grande eras, eres y seguirás siendo
Remitente: Juan Pedro Rodriguez Garcia.2009/04/28 15:14:04.824 GMT+2
Con las tantas cosas que me quedaba por aprender de ti y las muchas que pensaba preguntarte.
Me duele ya tu ausencia que deja un vacío tremendo en la crítica política española.
No me esperaba tener que escribirte en este trance. Me duele tu pérdida y aún no me acabo de convencer de tu partida.
Fuiste una referencia diaria para mi. Y te echaré mucho, mucho de menos.

Katia (de Bordeaux)
Remitente: Katia.2009/04/28 15:16:29.853 GMT+2
Me dejas un gran vacío y mi día a día será un poco más cuesta arriba si cabe. Cuánto bien me hizo haberte conocido.

Agur, compañero.
Remitente: josep m. fernández.2009/04/28 15:21:46.541 GMT+2
Ya me jode que lleve tantos años leyéndote y que nunca te haya agradecido lo mucho que me has hecho pensar. En fin, que has sido una vela en la oscuridad social que nos rodea. Hasta siempre.
Remitente: David A..2009/04/28 15:22:33.586 GMT+2
Javier fuimos amigos. Tu vivias en la mano izquierda y yo en la derecha en un tercer piso en San Sebastian. He sentido tu muerte como en su día senti la muerte de tu hermana. Solo me queda rezar por ti, decansa en paz
Remitente: Celso.2009/04/28 15:22:59.821 GMT+2
No te conoci, y no te conoceré pero siento tu pérdida como si fueras un amigo íntimo, de ti , he aprendido mucho, las perversiones del lenguaje, que es un cayuco... y espero seguir haciéndolo al releer tus columnas.
Todo mi amor a todos los tuyos.
Remitente: raúl.2009/04/28 15:28:31.129 GMT+2
De mayor quiero ser como tú.
Remitente: Mikel Clemente.2009/04/28 15:32:20.172 GMT+2
http://www.mikelclemente.com
No sé por qué pero siempre te hacía sentir que tenía razón. Y la tenía
Remitente: Maribel de Aranoa.2009/04/28 15:33:27.577 GMT+2
Siento que se haya ido este columnista y sagaz polemista, que infundía ganas de discrepar con/contra el pensamiento único.
Josi
Remitente: Josi Sierra.2009/04/28 15:35:21.540 GMT+2
http://komunika.blogspot.com/
Hasta en su ultimo día dando ejemplos para otros, nos deja un espacio para un parado menos.
¿Que tal por Jamaica?
Remitente: aitor.2009/04/28 15:36:19.897 GMT+2
Antes de escribir me he desabrochado un boton más del escote. Una vez dicho esto no se que más decir.
Ikusi arte.
Remitente: Pantxika.2009/04/28 15:37:16.823 GMT+2
Los que nos habíamos acostumbrado a leerle todos los días le echaremos mucho de menos. Se nos ha ido un PERIODISTA de los de verdad. Mucho ánimo a su familia y a sus amigos.
Remitente: Julen.2009/04/28 15:37:32.363 GMT+2
Agur Javier,
Allá donde estés dale un abrazo a Aniano porque seguro que os encontraréis. Espero que sea en Jamaica !!! Con tu cercanía al contestarme a mi mail borraste de un plumazo uno de mis peores fantasmas del pasado. Como bien dijiste Yo tampoco olvido (nunca lo conseguiré y tampoco lo quiero hacer a ninguno de los dos). Muxu bat desde Cantabria/Euskal Herria
Remitente: lola.2009/04/28 15:38:04.123 GMT+2
Javier Ortiz fue mi maestro, mi columnista, la palabra diaria escrita con la que me identificaba. He tenido la suerte de publicar, gracias a su gentileza, sus artículos en mi propio periódico. He tenido la suerte de leerlo, día a día, durante años. Lamento su marcha y me uno a sus amigos y familiares en el duelo.
Remitente: Ángel Rojas Penalva.2009/04/28 15:38:37.833 GMT+2
www.elmercuriodigital.es
A duras penas las alegrías que me ha dado leer este blog todas las mañanas va a servir para compensar el mazazo que supone la entrada de hoy :´-(

Queda mucho e importante de Javier entre los vivos. No todo el mundo puede decir lo mismo. Estoy seguro que, durante bastante tiempo, releeré artículos antiguos para engañar al vacío que queda.

Agur jauna!
Remitente: mg.2009/04/28 15:38:42.204 GMT+2
Mi buen amigo:

Así me llamabas siempre tú, aunque sospecho que con cierta dosis de coña. Lo cierto es que siempre me dejabas fatal en tus columnas. Te chivabas de mis intempestivas llamadas, y en vez de hacer caso a mis admoniciones, te dedicabas a desmontarlas en público, punto por punto, dejándome en ridículo una vez y la siguiente. Sin embargo, te tengo que dar las gracias de corazón. Gracias por neutralizar con tu ácrata mirada mi acomodaticio pensamiento pequeñoburgués. Gracias por hacerme asiduo a tus columnas.

Mi móvil ya no vale nada. Sólo tenía un nombre en la agenda: mi buen amigo. Pulsar esa tecla es ya inútil. A mi también, Javier, me toca el silencio. Quedará mi nombre, adjunto y pequeñito junto al tuyo, en estos archivos de Internet. Que los archivos digitales guarden nuestra memoria.

Se despide con una abrazo, tu buen amigo, Gervasio Guzmán
Remitente: Gervasio Guzmán.2009/04/28 15:39:43.604 GMT+2
http://www.javierortiz.net
Para Javier mi admiracion por su lucha constante en favor de una paz verdadera en Euskadi, y no la venganza de los que desgraciadamente gobiernan esa nacion hoy en dia.
Para su hija Ane, mi condolencia de corazón. Tu padre fue una maravillosa persona, ejemplo de coherencia politica, rigor periodistico y calidad literaria.
Ojalá un día pudiera escribir siquiera un sólo artículo como los que nos dejó.
Remitente: Carlos Tena.2009/04/28 15:42:16.837 GMT+2
Por Jamaica. Agur eta ohore.
Remitente: Jonathan Martínez.2009/04/28 15:45:05.099 GMT+2
Empece a leer periódicos a los 17 años por tus columnas.
Gracias por estos ratos.
Remitente: Rafa.2009/04/28 15:50:19.953 GMT+2

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